LA INTELIGENCIA OPERATIVA
POLICIAL.
Esta inteligencia operativa
policial, actualmente es requerida por los Comando de los Órganos de Ejecución,
a fin de conocer las posibilidades vulnerabilidad y probables formas de acción
del oponente.
EL CRIMEN ORGANIZADO A NIVEL
INTERNACIONAL.
La mafia italiana, la rusa, la
norteamericana, la asiática y los cárteles latinoamericanos son organizaciones
cuya fuerza va en aumento y cuyo poder se encuentra en franca expansión en todo
el mundo, llegando a la cúpula de muchos gobiernos, mediante la combinación del
terror y la utilización de enormes sumas de dinero.
Según un informe de la ONU de
1998, sólo el tráfico internacional de drogas mueve al año cerca de 75 billones
de pesetas, más de dos veces el Presupuesto del
Estado español, debiendo sumarse
a estos ingresos los procedentes de la trata de blancas, el tráfico de armas,
el contrabando, el chantaje, los secuestros y las inversiones de blanqueo de
dinero.
En España ya existen noticias de
que está operando el crimen organizado italiano, ruso y chino. Nuestro país,
por otra parte, es el lugar de entrada a
Europa de un buen porcentaje del
tráfico de drogas procedente de Latinoamérica.
No hay duda, por lo tanto, que las
mafias internacionales están entrando en nuestro país y han empezando a
consolidarse en algunas zonas de nuestro territorio, tales como Galicia,
Cataluña, el Sur de Andalucía y Madrid.
Es, por tanto, el momento de
tomarse en serio una política contra las bandas armadas, antes de que estas
organizaciones extiendan y afiancen su enorme poder en todo el país, y sea casi
imposible detener el fenómeno, ya que una vez asentada la mafia no es fácil
contar con la colaboración ciudadana, a la que el miedo mantiene en silencio.
La guerra contra el crimen
organizado es muy difícil -de hecho ningún país que le ha permitido adquirir
importancia, ha podido luego desembarazarse de él- y en esta lucha no basta con
dar por supuesto el heroísmo y la integridad de jueces y policías, ya que éstos
pueden ser sometidos a terribles coacciones, con amenazas de muerte contra
ellos o sus familias, en el caso de que no puedan ser comprados con sumas que
suponen el equivalente a muchos años de sueldo de un funcionario del Estado.
Por ello las fórmulas
tradicionales de lucha contra la delincuencia fracasan sistemáticamente cuando
se enfrentan a la Mafia, que cuenta con abundantes medios y bien pagados
sicarios, y cuyas actuaciones no están limitadas por razones legales, éticas o
morales, lo que les permite una gran contundencia y un mayor poder de
intimidación.
Para luchar contra el crimen
organizado no basta, por lo tanto, con crear cuerpos especiales de policía; es
necesario, además, premiar la participación de las fuerzas del orden, testigos,
víctimas e incluso de los propios colaboradores de la organización armada,
mediante la concesión de recompensas muy elevadas, que equilibren, en el otro
lado de la balanza, tanto el miedo a hablar que pesa sobre cualquiera que debe
enfrentarse a la venganza mafiosa, como los beneficios que se obtienen
colaborando con ella.
Esas recompensas debieran financiarse
con los bienes incautados a las propias organizaciones criminales, para ello
posiblemente una buena medida podría ser la adopción de las previsiones legales
necesarias para que cuando un delincuente fuese condenado por pertenecer al
hampa, todo su patrimonio, con independencia de su origen lícito o ilícito,
fuera expropiado y destinado en su integridad a crear un fondo para ser
repartido entre aquellos, incluidos los agentes policiales, que colaboren en la
detención y aporten pruebas que permitan la condena de miembros del crimen
organizado. La misma suerte debieran correr los bienes a nombre de los
familiares más próximos al mafioso, salvo que se pudiese acreditar una
procedencia lícita de los mismos desde sus orígenes.
Así, cuando un testigo pueda
convertirse en millonario de la noche a la mañana y desaparecer con identidad
cambiada, su actitud ante el peligro de declarar y aportar pruebas contra el
crimen organizado puede ser muy distinta, y cuando a un policía se le presente
la posibilidad de apresar a un mafioso y hacerse rico, difícilmente querrá
someterse a coacciones, chantajes o sobornos.
Para que el anterior sistema sea
efectivo, será necesario, además, crear unos tribunales especiales,
constituidos por jueces de gran prestigio y retribuidos con altos honorarios,
que sigan las actuaciones con tramitación urgente. Estos tribunales deberían
vigilar también que el procedimiento no sea empleado contra personas inocentes,
al objeto de enriquecerse a su costa.
En la práctica, esta teoría
comprende dos partes o fases: Inteligencia e
Investigación. Es por eso que
afirmamos que la teoría es un proceso cuyas dos fases (inteligencia e
investigación) interactúan y se complementan.
La Primera Fase, Inteligencia,
proporciona el conocimiento del enemigo en cuanto a estructura, modus operandi,
modus vivendi, contactos, lugares de reunión, alojamientos, etc. En resumen,
esta fase nos proporcionaba el conocimiento de su forma de "pensar",
"sentir" y "actuar".
La Segunda Fase, Investigación,
empieza con las intervenciones (detenciones y/o capturas) luego se realizan los
registros, el levantamiento de actas. Se perenniza la escena, el interrogatorio
de inteligencia, se realizan las verificaciones y confrontaciones, las
pericias, análisis de la documentación, etc.
La investigación nos permite
ahondar y escudriñar más dentro de la organización del enemigo; es
complementaria a la anterior y es como "La luz que aclara las sombras en
que muchas veces navega inteligencia".
La investigación culmina con la elaboración
del documento final (Informe,
Parte o Atestado), que
conjuntamente con los implicados y los elementos probatorios del hecho, pasan a
disposición de la autoridad judicial competente, en este caso el Juez
Instructor como titular de la Acción Penal.
Lo novedoso en esta teoría y
método es que las dos fases son cubiertas por la misma organización policial.
Así se tiene a nuestro favor dos principios elementales en toda lucha: La
oportunidad y la sorpresa.
Trabajar así desconcierta al
enemigo y se le coge desprevenido. No esperan que un día domingo, a las tres de
la tarde o un lunes a las cinco de la madrugada, los sabuesos de la Policía,
estén olfateando la presa.
También, el hecho de que estas
dos fases constituyen un circuito cerrado, permite neutralizar toda fuga de
información o delación que puede poner en riesgo la seguridad de los agentes,
de la organización y tirarnos abajo la operación de inteligencia que se
desarrolla, con perjuicio del costo y tiempo invertido.
Además de este principio,
mantiene el secreto y compartimentado las operaciones. La sorpresa y la
oportunidad, además de otros principios que se mencionan en la teoría tales
como, seguridad, ofensiva, la paciencia, etc., son el sustento de la teoría.
Asimismo, el agente que aplica
esta teoría, entre sus cualidades, debe poner en juego iniciativa, voluntad,
audacia, valor y sacrificio, cualidades del renovado hombre policía, a los
cuales se le agrega ingredientes fundamentales de técnica y procedimientos
partiendo del conocimiento del enemigo (El conocimiento es poder).
Cuando se elabora esta teoría se
partió de una convicción acendrada: En toda lucha contra el crimen organizado,
entre los que está el terrorismo, el narcotráfico, el secuestro, la corrupción,
etc., antes de utilizar la fuerza, se debe emplear la astucia, la habilidad, la
inteligencia. Este método o permite establecer una diferencia con el adversario
basado en la defensa y protección de la vida, la libertad y la democracia.
El agente de Inteligencia
Operativa Policial debe aplicar una táctica flexible, adecuada a las
circunstancias y aprender que el arte de las operaciones de inteligencia
policial operativas consiste en saber esperar, asimilar la cambiante situación,
estar siempre dispuesto a empezar de nuevo, en caso de cometer algún error, sin
lamentaciones, y sin mirar hacia atrás, como no sea para sacar lección de la
experiencia. Los errores son los precursores de los correcto y la madre del
éxito.
Esta organización debe ser
moderna, tecnificada y previamente debe seleccionar al personal . El principal
requisito es que piense como policía y adopte la actitud de un verdadero agente
de inteligencia policial operativo: Proteger la vida, la libertad de las
personas y la democracia, como dones preciados del ser humano. Que tenga capacitación
permanente, teórica y práctica, sin perder de óptica de que toda lucha contra
el crimen organizado es en esencia un enfrentamiento de inteligencias,
mentalidades y sentimientos. Se debe tomar en cuenta las circunstancias y los
personajes que intervienen en ella y el que dure un segundo más en la lucha,
tiene mayores posibilidades de vencer